Chronically online: de ser un escape a querer escapar del internet
"Chronically Online refers to those who spend a significant amount of time online, to the point where their personality revolves around internet memes, culture, and slang"
Mi infancia fue a principios de los 2000. Desde que tengo uso de razón, siempre tuve una computadora cerca, y como dice mi mamá: “Desde chiquita te encantaba, siempre estabas jugando”.
Mis primeros recuerdos con la compu son de juegos para la PC. Me acuerdo de tener uno de Mickey Mouse, otro de Los Increíbles y mi favorito: Los Sims, donde construía piletas y les sacaba la escalera para que se murieran. Siempre tan cínica.
De mi infancia recuerdo páginas como juegos.com o Juegos de Chicas, donde esperaba ansiosa volver de la escuela para sentarme en la compu y jugar. En 2008 abrí mi primer Facebook, que obviamente solo usaba para amigos, y jugaba con mis amigas al Pet Society y Restaurant City. Desde entonces conozco lo que es una red social, y desde el primer momento la amé. Pasaba de publicar canciones de los Jonas Brothers a dejar en el “muro” de una amiga alguna dedicatoria.
Fuentes de inspiración
Mi adolescencia estuvo marcada por Tumblr. Allá por 2011 quedé fascinada con esa red, que fue mi primer acercamiento a tener “seguidores” que me seguían, en este caso, solo por repostear imágenes y, de vez en cuando, algo personal. Amaba Tumblr. Don’t get me wrong, sé que tenía cosas horribles y no todos tienen la misma experiencia. Pero para mí, principalmente, era una fuente de inspiración. Era lo que hoy sería Pinterest: imágenes, música, poemas, películas que capturaban todos los sentimientos de ser una adolescente.
¿Las adolescentes hoy en día tienen esos espacios? Me encantaría que me cuentes si lo sos, porque quizás esta sensación que tengo es solo generacional.
Mi vida siempre estuvo acompañada por la tecnología, internet y las redes, que luego se convertirían en mi trabajo, generándome una relación de profundo amor, pero a veces también de mucho agotamiento.
Facebook, Twitter, MSN, Tumblr, WeHeartIt, YouTube… Y luego: Instagram. Por último, TikTok.
Mi relación con Instagram da para otra entrada, pero en aquel momento de mi adolescencia era distinto a lo que es hoy. Subíamos solo “fotos lindas”, y era el entrelazado perfecto entre mi amor por la fotografía y el lugar donde podía compartirlo. No era lo que es ahora.
Pero en ese entonces, el sentimiento era otro al que me genera hoy estar en las redes, y un poco de la necesidad de abrir este Substack viene por eso.
A lo largo de mi vida, internet fue un espacio de escape, distracción e inspiración, adonde iba para desconectarme, en cierto modo, del mundo real. Hoy esto se siente al revés: me quiero escapar del mundo online. Hace tiempo que me di cuenta de que ya no encuentro mucha inspiración en internet, y cuando no estoy trabajando (ejem, casi todo el tiempo), estoy boludeando. No me malinterpreten: está bueno consumir un poco de contenido basura, pero no puede ser constante.
Mi malestar no viene solo de no encontrarme más inspirada y de caer en el rabbit hole del scrolleo. También siento que las redes se han vuelto un lugar muy hostil y odioso, donde la gente realmente piensa que puede decir lo que quiere con el pretexto de la “libertad de expresión”. En esto, me saco de la ecuación porque jamás se me cruzó por la cabeza, ni lo hice nunca, tirar hate a alguien online. Siendo las redes mi laburo, no me pasa tan seguido, pero cada tanto me tengo que fumar a algún random con un comentario odioso y cero constructivo sobre mi trabajo. Gajes del oficio. No solo me molesta cuando me pasa a mí: me duele en general, no lo entiendo.
No creo que este sentimiento sea solo mío. Parece que no viene al caso, pero recién leía un posteo sobre cómo “todos quieren fingir tener estilo personal”, los charms en bolsos y los Sonny Angels. En un mundo donde no hay identidad grupal, subculturas ni valores compartidos, todas estas insignias parecen un recordatorio de esa necesidad no solo de querer formar parte de algo, sino de la carencia de un estilo personal, que solo se forma a través de vivencias, hobbies, intereses y cultura, cosas que hoy parecen cada vez más lejanas.
Este 2025, además de priorizar mi vida fuera de la pantalla y buscar una vida más lenta, que me nutra con hobbies, libros, naturaleza, amistades y amores verdaderos, quiero que mi tiempo online también sea más enriquecedor, lleno de contenido que realmente me inspire y me nutra. Por eso busco más espacios como Substack, podcasts, creadoras como Emma Chamberlain y contenido más lento y valioso.
Ni hablar de que, desde mi lugar como creadora de contenido y servicios, quiero fomentar eso en mis redes. Que las chicas que me sigan puedan encontrar inspiración y confort en mis espacios. Por sobre todas las cosas, mi objetivo en las redes este año es: comunidad (¿Is this Plutón en Acuario?). Fomentar un espacio de comunidad y ser la amiga virtual de cualquier girly espiritual, amante de la moda y de las energías.
Parece que no, pero todo está conectado.
Pero eso es para otra entrada.
Si leíste hasta acá, gracias. Quiero saber si vos que estás detrás de la pantalla leyendo esto, estás en la misma búsqueda.
Besos
Viole